sábado, 27 de agosto de 2016

Olas de agua y sal

Y entonces llega la ola.
Con toda su fuerza, la misma que surge de los abismos y se nutre del viento para golpear más fuerte.
Y no la esperabas.
Y te empapa.
Te cala hasta los huesos.
Te dejas embestir y en cuanto golpea... Te unes a ella en un apabullante maremoto de agua y sal.
Te permites el lujo de dejarte arrastrar hasta la orilla.
Y la ola pasa a través de ti y parece que el mundo y el tiempo se paren.
Y con tal quietud solo escuchas el latir de un corazón que son dos, el tuyo y el suyo propio.
Y entonces llega la ola.
Con toda su energía, con su espuma cargada de vida, con su vaivén alocado.
El mismo que te hace perder el equilibrio del que te creías dueño.
Te desestabiliza por dentro, haciéndote sentir poco más que un niño a merced del universo.
Pero haces pié.
La abrazas.
Como si esa ola fuera el flotador que te mantiene vivo en este mundo de rocas que se pierden en el cielo.
Agua.
Sal.
Y entonces llega la ola.
Y entra en tu cuerpo.
Y tú,  le obsequias con parte del tuyo.
Te rindes al embite de su pasión, llenando tu alma con el clamor de cada milímetro de mar que colisiona con cada milímetro de tu cuerpo.
El tiempo vuelve a fluir.
El mundo vuelve a rodar.
Parece que todo ha pasado, que ese momento fugaz de algún modo acabó.
¿Quién eras antes de esa ola?
¿Quién eres después de esa ola?
De golpe, no te encuentras.
Y entonces llega la ola.
Vuelves a nacer.
Tus sentimientos florecen.
Tus ansias de vivir, de sentir, de compartir, de no esconderse, de amar, rebrotan de esa ola que es tuya y a la que perteneces de alguna manera.
Sientes también miedo.
Ese miedo irracional que solo siente quien tiene algo que perder.
Y tu ola se despide.
La pierdes de vista un tiempo.
Quizás se fué para siempre.
Y entonces, llega la ola.

https://www.youtube.com/watch?v=Si98pKaUMXw

viernes, 10 de junio de 2016

Si vas a venir.



Si vas a venir, si vienes, no traigas contigo todo el spam, déjate en casa todo lo que no eres, ven con lo puesto, dispuesta a quitártelo, que quiero descubrirte a fondo y no tenemos tiempo para siempre. Ven solo con tu esencia, tu energía y tus ganas. Que quiero explorarte de norte a sur, perderme en algún lugar de tu cuerpo, donde sea. Disfrutar de alguna sonrisa que tengas reservada sólo para mí. Meterme de cabeza a nadar en tu mirada y ahogarme hasta que me salve alguna bocanada de aire procedente de tu boca. Escalar todo el meridiano de tu columna combatiendo el clima y acampar en tu cintura un siglo, o dos. Jugar a que esto no se acaba porque no existe el tiempo aunque no pare de correr.

Si vienes, si vas a venir, ven a conocerme al completo, sin adornos, sin aditivos, como soy. Decide indagarme entero, que al final, puede resultar que lo merezca, o que al menos valga la pena (o la alegría) intentarlo. Trae pegamento, cola, cemento o lo que quieras, que vivo aguantando mis propios pedazos y en ocasiones se me caen. No vengas a arreglarme, aunque esté roto. Ven a romperte conmigo, o en mi, y juntemos todas las piezas haciendo un nosotros. Te aseguro que si tú también estás rota no voy a quererte menos. Trae también tus lunares, que de día no hay estrellas y sin constelaciones me pierdo muy rápido. Prepara tus mejores galas y olvídalas donde nunca, jamás, las vuelvas a buscar, que no te va a volver a hacer falta ropa, que tengo un telar de besos donde hacerte a medida lo que necesites.


Si vas a venir, si de hecho vienes, ven en forma de mar, empápame de sal seca, llena de arena todos mis rincones, mis venas, mis arterias, todo mi ser.
Para que cuando te vayas, por si al final te vas, me quede al menos con la sensación de que estoy tan lleno de ti, que sólo quedaremos estas ruinas y yo, hasta que decidas volver.


Si es que vienes.

Si es que vas a venir.